Agricultura

Uvas resistentes al clima? Los viticultores españoles recuperan variedades ancestrales

Variedades de uva olvidadas ofrecen una esperanza de adaptación para un sector especialmente sensible al cambio

En la década de 1980, empezaron a aparecer anuncios dirigidos a los viticultores en periódicos locales de toda Cataluña. Estos anuncios, que se colocaban en rincones poco visibles, solicitaban ayuda para localizar variedades de uva poco comunes. Miguel A Torres recibió numerosas pistas y consejos, que le ayudaron en su búsqueda de uvas de vino olvidadas. Sin embargo, no fue hasta una década más tarde, cuando los efectos de la crisis climática empezaron a perjudicar a los viñedos, que el viticultor de cuarta generación reconoció la importancia de su viaje al pasado para afrontar los retos del futuro.

Según el presidente de la bodega Familia Torres, Miguel A Torres, su motivación inicial para buscar uvas de vino olvidadas fue preservar el legado de antiguas tradiciones y cepas transmitidas por sus antepasados. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que algunas de estas variedades maduraban a un ritmo más lento, por lo que se adaptaban mejor a un entorno cada vez más cálido.

Mientras la industria vitivinícola se enfrenta a los retos que plantea un clima cambiante, el descubrimiento de estas variedades de uva olvidadas hace tiempo ofrece un rayo de optimismo. La industria vitivinícola es especialmente vulnerable a las consecuencias del clima extremo, la sequía y el aumento constante de las temperaturas. En España, por ejemplo, el aumento de las temperaturas ha acelerado la maduración de las uvas, obligando a los vinicultores a vendimiarlas apresuradamente para salvaguardar el delicado equilibrio entre el dulzor y la acidez de la fruta.

Uvas resistentes al clima

Torres subrayó que el cambio climático es el reto más grave al que se enfrenta la industria vitivinícola hasta la fecha, superando incluso a la plaga de filoxera que devastó los viñedos de toda Europa en el siglo XIX. En su opinión, la situación actual es mucho más grave.

Con los viticultores de toda España y del mundo luchando por salir adelante, muchos están recurriendo al pasado y recuperando variedades de uva que maduran más tarde y pueden soportar altas temperaturas, que podrían haber pasado por alto en décadas anteriores.

Los viticultores de California utilizan ahora la mourtaou, una variedad de uva casi extinguida del suroeste de Francia, para producir vinos tintos con sabor a pimienta. Mientras tanto, en la región francesa de Cognac, algunos viticultores rompen con más de un siglo de tradición para experimentar con uvas resistentes al clima. Burdeos ha aprobado recientemente seis nuevas variedades de uva, entre ellas la castets, un tipo resistente a las enfermedades que estaba al borde de la extinción. La aprobación se debe a la preocupación por el impacto de la crisis climática en la región.

Según José Miguel Martínez Zapater, director del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino de La Rioja, las razones del abandono de estas variedades de uva son diversas. Algunas se abandonaron a finales del siglo XIX debido a la plaga de la filoxera, que obligó a los viticultores europeos a priorizar la eficiencia. Otras se descartaron porque los viticultores se ceñían a estrictas normativas de denominación de origen o satisfacían las demandas de los consumidores de tipos de uva específicos.

Varios institutos españoles, entre ellos el financiado con fondos públicos que dirige Martínez Zapater, han examinado el pasado para aumentar la diversidad de las uvas de vinificación. Este procedimiento, que dura años, implica la identificación de varios tipos de uva, el análisis de sus características y la obtención de una autorización oficial para su utilización.

Un trabajador cosechando uvas
Un trabajador cosechando uvas en el viñedo Torre del Veguer en Sant Pere de Ribes, cerca de Barcelona

Martínez Zapater afirmó que las iniciativas de estos institutos han dado como resultado un aumento del 50% en el número de variedades de uva registradas oficialmente para uso comercial en España en los últimos veinte años. Esto indica que la gente está descubriendo variedades de uva en diversas regiones que les resultan intrigantes.

España alberga una industria vitivinícola valorada en 5.000 millones de euros anuales, que superó a la de todos los demás países de la UE en 2021. Por tanto, hay mucho en juego. El año pasado, el país registró el año más caluroso de su historia. Además, cuatro de los años más calurosos registrados en España se han producido desde 2015.

El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, también conocido como ITACyL, ha recuperado más de una docena de variedades de uva a lo largo de dos décadas de investigación. Entre ellas se encuentra la estaladiña, una uva cuya última mención en los registros se remonta a 1914. Además, se ha recuperado la cenicienta, una uva que estuvo a punto de extinguirse, para producir vinos tintos afrutados.

Según José Antonio Rubio Cano, jefe del departamento de viticultura y cultivos leñosos del instituto, los vinos producidos a partir de estas variedades de uva recuperadas son únicos, intrigantes y diferentes de cualquier otro.

Uvas resistentes al clima

Rubio Cano subrayó que la revitalización de estas variedades de uva olvidadas es sólo un componente de las medidas globales necesarias para que la industria vitivinícola se adapte al cambio climático. Afirmó que no existe una solución única y que se requiere una combinación de acciones. Esto incluye una mayor atención a las vides, un mayor conocimiento de cómo maduran los frutos y una comprensión más profunda del viñedo y sus diversas variedades de uva.

En medio de las pintorescas colinas del noroeste de España, el viñedo Caserío de Dueñas está llevando la investigación del instituto al siguiente nivel plantando hectáreas de ocho de las variedades de uva recuperadas para observar cómo se comportan en un entorno real.

“Me parece superinteresante”, afirma Almudena Alberca, directora técnica de Entrecanales Domecq, propietaria del viñedo. “Las posibilidades son infinitas”.

Alberca, que logró el título de primera mujer maestra del vino de España en 2018, descartó las preocupaciones de que las variedades de uva resucitadas puedan amenazar los rasgos distintivos de las regiones vinícolas españolas. Ella cree que estas nuevas variedades ofrecerán un papel de apoyo en la mezcla con los vinos existentes. Alberca dijo:

“Ahora mismo se abre todo un mundo de posibilidades y ya veremos más adelante hacia dónde tenemos que ir”.

Familia Torres ha empezado a vender cantidades limitadas de vinos elaborados con los frutos de la búsqueda de Torres por redescubrir variedades de uva olvidadas, como la forcada y la pirene, cuatro décadas después de que pusiera su primer anuncio buscándolas.

Según Torres, los vinos reflejan una historia profundamente arraigada en el pasado, al tiempo que reconocen el enorme reto de hacer frente a la crisis climática, cada vez más acuciante.

“El sector vitivinícola es como el canario en la mina de carbón. Las consecuencias que están sufriendo hoy los viñedos deberían ser una llamada de atención para todos”.